Feliz, feliz en tu día, cantaban los payasos de la tele. Mi ídolo Fofo, junto a Miliki, no querían que los niños apagasen velas con el Happy birthday de los sajones. Al final cuajó. Luego he visto en una serie cubana que seguramente en la Perla del Caribe ya existía está versión.
En Roma, 60 aniversario del tratado. Han cambiado muchas cosas, el mundo y Europa; ya no es lo que queda después de la Segunda Guerra Mundial, ahora es lo que queda después de la caída del Muro de Berlín y de eso hace ya 28 años. Lo que queda es mucho despiste.
En 1957 estaba claro lo que había que hacer, los errores del pasado y la única puerta abierta ( la de la Unión, en lo que fuese) no daba lugar a otra salida. Posteriormente se han ido construyendo puertas, algunas con una pared de ladrillo, y aquello parece el ministerio del tiempo.
He visto actuar a los responsables, normalmente en medio de sus limitaciones y he observado un fenómeno contagioso, cada vez llegaban más burócratas y menos individuos con un sano sentido político.
Aquellos de los cincuenta, los padres fundadores, eran un producto de su tiempo y sobre todo eran más políticos. Y eso es lo preocupante, la escasez de políticos de categoría, es como si el interés de ser político se redujese a parlanchines, tertulianos, o caminantes extraviados que repiten puntos comunes. En este continente-nación llamado USA el ejemplo es claro. Ocurre, como he repetido muchas veces que las instituciones son fuertes, en la Desunion Europea también tuvimos padres, pero no se partía de cero, no había un océano de por medio, ni un continente que descubrir y todas eran esclavos de su pasado.
No hay que dramatizar, debe haber una solución que llegará con naturalidad porque el ser humano siempre celebra aniversarios de algo.
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