lunes, 27 de marzo de 2017

Mucho no parecemos.

Hay cosas que de pronto sientan mal y no sabes bien que ha sido, hay pequeños de por medio, médicos que no visitas y remedios caseros, y todos tenemos síntomas similares, como si nos hubiesen dado una paliza, un virus, un algo que en su microscópica existencia es capaz de cumplir su funesto trabajo. No somos nada, o casi nada que es parecido.
Nos vamos recuperando,el mundo continúa y el tiempo es inestable. Le damos un repaso a las noticias del día, entre estómagos revueltos y cansancio.
Una de las cosas que tiene la prensa - medios de comunicación digital es- es que no saben que decir. Escribir artículos todos los días es duro, el autor se da cuenta de que se repite y no sale del laberinto. La originalidad, la profundidad, el rigor, no son fáciles de manejar.
Ante la escasez de talento se recurre a las efemérides, en los de deportes tienen muchas y si no mezclan con todo tipo de combinaciones que insultan la inteligencia del lector.
Hoy, nos cuentan que hace 40 años, se produjo en Los Rodeos, Tenerife, un choque entre dos Boeing 747, magnífico aparato. Fue el accidente más grande de la aviación comercial por el número de muertos y se produjo en tierra.
Esa noticia llegó desayunando en otro ambiente, otro lugar y otra edad. Siempre he pensado que el avión es el medio más seguro de viajar, la profesionalidad de todos los que hacen que un avión vuele lo demuestra. Sin embargo los accidentes, los errores se producen de la forma más estupida o por una acumulación de pequeñas coincidencias. El caso es que cientos de personas que iban de vacaciones no volvieron y luego se quedan en el olvido general, excepto en el corazón de aquellos que les apreciaban.
Entre retortijones y bajones seguimos caminando.

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