Debo reconocer que The history of western philosophy by Bertrand Russell me está llevando a los 12 años, a ese curso en mi cole, donde aprendí a descubrir que hay muchas preguntas sin responder. Me ha confirmado en la cálida, profundidad , de la educación que recibí y también que luego no estuve a la altura. Afortunadamente tengo otra oportunidad.
Quizas no hable ya tanto de Aristóteles y si de Socrates y la ciencia, los descubrimientos, exhibirán la aplastante realidad ante mis ojos, la evidencia del pragmatismo científico.
De todas formas siempre me queda la sensación de algo que no se ve, imposible de demostrar, como la otra dimensión de Einstein.
Hay una cosa que me fascina y condiciona todo: el Tiempo.
Y con el tiempo pasan cosas, como la muerte. En este caso de un amigo, lleno de vitalidad cuya vida estuvo siempre vivida a tope, con alegría, simpatía, como una tormenta tropical, que empieza allá en el Atlántico y luego se desplaza al Oeste y muere en el Caribe, o USA. Todos los sitios exóticos le gustaban, la aventura, las playas, el mar, volar en aviones o helicópteros, las motos, coches, la vela, y el subirse a cualquier artilugio como aquellos chalados en sus locos cacharros.
Es de esas personas, que si te está viendo, le gustaría que te tomases algo a su salud, que siguieses viviendo.
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