Por estos lares de London hay quien me ha dicho que de Brexit nada, que se quedara en algo indefinido, como que te vas pero hay sigues, dando la lata. No lo se, si se que estos ingleses ya no son lo mismo aunque lo parezcan, lo pretendan. Indudablemente la globalización tiene un precio, no es lo del Imperio y otras hierbas.
El BRITISH museum sigue con todo lo que han arramplado en esos tiempos de esplendor, en parte porque nadie de los respectivos locales lo valoraban y en parte porque estos ingleses son listos. Los mármoles de Lord Elgin ya han cambiado de nombre, ahora son los mármoles del Partenón, el cual sigue por cierto en la Acrópolis. Es decir que las maravillosas piedras continúan en London aunque ya reconozcan o finalmente acepten que son los mármoles de un monumento, no los frisos y metopas.
Este museo siempre me ha gustado, lo de Babilonia, Ninive, Halicarnassus, Egipto y la piedra Roseta en medio de todo para ayudarnos a entender un poco la antigüedad. Tienen el detalle de no exigir el pago de una entrada y sugerir cinco pounds de donativo. Los colegios llenan de niños las salas, embelesados con las momias, que para eso el cine despierta siempre vocaciones.
Nos fuimos a un pub con Guinness y todo, se llamaba Wellington ( que es nombre de mariscal y de pub). Se encontraba en Wellington St, y la cerveza se bebe y el fish & chips se acepta. El pronóstico meteo falló un poco o acertó porque el porcentaje de lluvia era del 30% a eso de las dos de la tarde. El magnífico underground da gusto cogerlo cuando no es hora punta, esta ciudad increíble y enorme sigue latiendo con mucha fuerza.
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