No llueve hoy en London. He de confesar que esta ciudad, las islas Británicas en su totalidad, me han hecho disfrutar siempre de buenas sensaciones. No se las razones. Todo es muy diferente a lo que más he conocido desde pequeño. Quizas la falta de luz es lo más llamativo, comprendo que Vincent buscase la luz del sur. La comida tampoco es extraordinaria por mucho que hayan mejorado sus restaurants emblemáticos, pero algo ahí. La primera vez que conduje un coche por la izquierda me pareció la cosa más natural del mundo, aunque no podía descuidarme.
Hoy en Chiswick, barrio de London, he estado en una librería pública en la sección de niños de corta edad. Mucho libro sobre el Imperio Romano y he ojeado unos sobre London, sus muelles, sus edificios, sus incendios y otros sobre la historia del mundo vista por niños/niñas de todas las nacionalidades y razas. España estaba representada, en una de las inmensas doble páginas de hermoso dibujos, por Teresa, que vivió en Barcelona en 1348 y sufrió la peste negra, junto a su familia. Nada había de las glorias de los siglos XIV o XV, Colón era un aventurero italiano.
El bambino inglés era Eduardo VI el hijo de Henry VIII que no tuvo mucha salud ni posibilidades de hacer casi nada.
No me extraña la visión que tiene de nosotros por aquí. Una señora irlandesa, casada con un escocés, me ha confesado que irlandeses e hispanos somos muy parecidos y nos llevamos bien entre nosotros y mal con los ingleses.
Debe ser cierto.
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