Creo que lo de ser un buen periodista es un oficio apasionante, debería añadir que ser bueno, honesto y honrado, en cualquier oficio es muy saludable.
Sobre fútbol, que al fin y al cabo es sólo un deporte, leo noticias todas intencionadas y casi siempre especulativas, mezcla de informaciones que tienen algo de verdad y que parecen hechas para pasar el rato o para vender vulgaridad, que diría el otro. No digamos si el medio hace propaganda o simplemente muestra su voluntad de hacer daño a alguien políticamente rival.
Leo los periódicos, echo un vistazo a los medios de comunicación, franceses y desde la llegada de Macron parece como si los problemas en Francia se hubiesen congelado. Todo lo contrario que en USA que para celebrar el primer aniversario presidencial sale a la palestra una actriz porno (de esas que asustan en pelotas por sus atributos, capacidades y experiencia) y cuenta sus devaneos, abonados religiosamente, con Mr. Trump. Aunque sea en teoría el hombre más poderoso el mundo, en calzoncillos le debe resultar complicado competir con los compañeros de películas de esa señorita.
¿Cuánto aguantaría? ¿Tanto como Diego López en la raya de la portería ante el proclamado mejor jugador de la historia, por gente que no los vió a todos? Es como intentar pararle un penalty a ese Messi o a Neymar, que quiere tirarlos todos. Ahora salen los papeles del contrato del jugador brasileño y las cifras ratifican lo que ya se dijo. El presidente anterior está en el trullo, el de ahora en su casa, ambos firmantes, y la persecución continúa porque aquello es más que un club. Se renueva, es un decir, el parlamento de Cataluña, con lazos amarillos en algunas sillas, un Margall que para gozar de sus minutos de gloria, por su edad, repite tópicos y chanzas que convencen a los que no están en Tabarnia y a algún periodista acomplejado o pagado. Mismas caras, similar tristeza.
La verdad, la manipulación, la mentira dura y seca. ¿Dónde está la línea que marca la diferencia?
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