Fui de visita a un hospital grande, inmenso. De esos de la Seguridad Social que te hace sentirte bien con tus orígenes, porque el enfermo goza de un tratamiento profesional excelente, aunque alguna condiciones externas no lo aparenten. Para los familiares es otra historia, no saben donde sentarse, además se agrava al ser los españoles de ir muchos a los hospitales. El enfermo visitado pasa por un momento delicado y un personaje con responsabilidades elevadas fue también a verlo. Al final acabé hablando con el señor importante, agradable, educado, sobre sus quehaceres.
No es que aprendiese nada nuevo de la conversación.
El dilema final radica en qué hacer con el presupuesto disponible o cómo convencer de aumentarlo en las partidas cruciales, cuáles son las prioridades ante las limitaciones. Toda institución tiene una razón de ser, una coyuntura histórica, unos objetivos y los cargos suelen estar una legislatura y luego viene otro. Al final las decisiones hay que tomarlas entre el personal (lo espiritual, recursos humanos, el futuro) y el material (los medios, logística, capacidades). Es cierto que siempre oímos que el personal es lo más importante que tenemos y ... también lo que más descuidamos. Se me ocurrió pensar si los antecesores en su cargo dejan alguna especie de "libro secreto", con sus experiencias importantes, errores, líneas rojas, para evitar mantener la misma conversación una y otra vez. No me produjo ninguna envidia confirmar, una vez más, lo difícil que es tomar decisiones y lo fácil ( y barato) que es hablar sin tener que mojarse.
Mientras salía o entraba en esa unidad de cuidados alguna camilla con un paciente intubado luchando por su vida sin saber el resultado de la batalla, aunque si el resultado final. Quizás queda el intentar actuar con honradez, honestidad y hacerlo lo mejor posible ya que son tantos los factores, incluso las goteras, que poco se puede consolidar definitivamente.
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