El nombre del doctor Jones no es Indiana, esa era el nombre de un perro al cual el joven Jones quería con reciprocidad, estaba muy apegado a él. El perro debió morirse hace mucho y Harrison Ford no se si se acuerda.
Recordar o no recodar ¿ es esa la cuestión?
No lo sé.
Los recuerdos son los que son, con el punto de vista nuestro, con los detalles que aportamos, la descripción de las circunstancias, las anécdotas o los escalofríos, las emociones. Si no tuviésemos recuerdos ¿ qué seríamos?
Los recuerdos, aquellos más impactantes, son probablemente los del primer tercio de nuestra vida, los que nos impresionan de verdad. Los relacionados con nuestra infancia y adolescencia, con nuestra inocencia. Por eso cuando veo un individuo de tres o cuatro años en busca de todo, lleno de ganas, fuerzas, abierto de par en par, me estremezco de la posibilidad de confundir a la persona, de llevarla por derroteros equivocados, ya desde el principio. Una enorme responsabilidad. Menos mal que están las madres, que no se como lo hacen, pero casi sin hablar, van transmitiendo esa tranquilidad, seguridad, confianza, tan necesaria.
Parece ser que hay mucha gente que antes de morir llama a su madre, en busca de algo, ¿ ayuda? ¿ consuelo? Entre dolores, calmantes, alucinaciones, falta de oxígeno, en esa situación que nos suena a peligro, llena de incertidumbres, recurrimos a lo más natural, sencillo y garantizado: mamá.
Hay quien sugiere que el secreto de una vida feliz está en la infancia.
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