En unos estudios de cine, de esos de Hollywood, estaba preparándome un café, americano, gratis, free.
Hay una gran paz en sus bonitos jardines, son como un oasis y es que los creo Charlie Chaplin hace 100 años. Lo de la paz, la tranqulidad, la calma chicha, debe ser cosa de la fantasia del cine, porque para eso de rodar una película, en todo su complicado proceso, vuelan los cuchillos.
Había dos trabajadores, también con su café y su bagel, algo judío, con mantequilla que alguien regala, para animar. Los dos me conocen, uno más que otro. LLevan mucho tiempo en Hollywood y en esos estudios, hacen de todo, ya podrían haberse jubilado, pero sus mujeres no les dejan, querrían irse a su tierra Guatemala y México.
Hemos hablado de la vida, de Japón y los japoneses, más listos que los chinos, más como los españoles, de flamenco, toros, del rabo de toro, del jamón de verdad y de Cuba. Coincidíamos en lo avispados, dotados, que son los cubanos, con o sin Fidel, como se adaptan a vivir de cualquier forma, lo diferentes que son a otras islas cercanas. No hemos hablado ni de los gringos ni de Trump, sólo mencionar de pasada que son los únicos que les han tocado las narices a los gringos, tan cerca y tanto tiempo.
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