Cuando era pequeño ver al Athetic se acercaba a la máxima expectación ( lo más esperado lo representaba el vecino de la capital) cuando visita Chamartínn y a veces llovía, luego como ustedes saben la televisión lo cambia todo.
Yo desde aquí, con la radio vía internet. Amaneció soleado, como corresponde a un domingo de Resurrección y suenan las 7.15 locales cuando rueda el balón en mi imaginación. Oigo la alineación y los expertos anuncian que el partido es diferente a los anteriores con Zidane y que hay más intensidad, como si fuese un partido de verdad. Siguen las pruebas o casting, Bale e Isco parecen segundas opciones claras.
Coinciden los comentaristas que los jugadores del Madrid están concentrados y el público de Semana Santa, reflexivo, meditando. Van más allá y argumentan que ponen interés. Aburrimiento...
Sin verlo, de oidas, saco en claro que la falta de gol ese defecto que ya anuncié hace mucho ( empezó en septiembre 2017) sigue siendo la clave. El gol cambia las percepciones.
Y Benzema no se equivocó. El gran Karim hizo tres goles, 3-0, para los que siempre le defendimos, y para el resto.
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