Tomarse un arroz, a las 3 de la tarde, junto a la arena de la playa, en una de esas calas de Ibiza, sólo tiene un inconveniente: la gente. Luego después de los olores y sabores, viene el sopor, bajo el pino, la hamaca, la silla, los bichos y el letargo, del cual te despierta un pequeño ruido. Morirse, apagarse, debe ser algo parecido.
En el mes de agosto también se muere la gente, te vuelves a quedar tocado, pensando, recordando, poco se puede hacer, intentas consolar, no hay consuelo, existe la necesidad de asimilarlo personalmente, como es. Sin embargo en esas mini siestas bajo pinos, breves, intensas, no hay pesadillas, no hay televisión si ipad.
Hay cosas que son placenteras, el verano para los hispanos, para los del Mediterráneo, para casi cualquiera es placentero. El puerto del Pireo está a tope estos días haciendo su "agosto", como si Grecia funcionase, todo el sur vela por su colecta/cuota de turistas. En España hace mucho calor, se huye para bajar las temperaturas, incluso con aires acondicionados, se busca la montaña o la brisa. Los que permanecen Rodriguez o Sánchez, tienen el National Geographic para soñar. En ese canal hay reportajes de leones y leonas, como si fuesen de Unidas Podemos, todos y todas. Es un animal fantástico, ellos y ellas, coherentes. No tienen una vida sencilla. A veces les matan de cachorros, los primeros meses son terribles, se apoyan entre ello, hay papás leones, no buscados por el #Metoo, asesinos rompe cráneos de pequeños sin su carga genética. Las probabilidades de una caza fructífera son escasas. Casi todo lo que hacen tiene sentido, no son políticos.
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