Los que me frecuentan, u ojean estas palabras que escribo, saben que no me gusta mucho hablar, tengo la horrible sensación de repetirme de haberlo dicho ya antes.
Estoy evitando entrar a opinar de política porque es repetitiva, aburrida, falsa, tendente al hartazgo. Si contemplo el panorama, lo que yo creo es la realidad. Lo hago desde una perspectiva subjetiva, la mía, con errores, aplicando mis conocimientos.
El otro día una persona próxima, que si me conoce, me dijo que yo asumo que todo el mundo dice la verdad y no es así. Sabedor del mundo anglosajón, ingleses y americanos, me trataba de explicar que allí aprenden a no decir la verdad, o a ocultarla con circunvalaciones, o disimulos de buen rollo, falsedad pura y dura. Puede que sea así.
El caso es que cuando titulé este blog "política y fútbol" no me imagine que tuviesen en común la falta de seriedad, escasez de profundidad en los conocimientos. Mantengo la sensación de no ver mucha diferencia entre una charla de bar, no sobre el VAR, una entrevista a la inmensa mayoría de los políticos, un diputado en la tribuna del congreso. El mal quizá esta más extendido mundialmente que el coronavirus.
Los dirigentes del fútbol hablan se ven forzados, o les apetece. Tienen la obligación de ganar, unos más que otros, se enredan en sus declaraciones, decisiones, como si no supiesen que esto es cuestión de múltiples factores y al final la caprichosa pelotita dicta su ley. Demasiado partidismo, justificaciones, ceguera por los colores. A lo mejor en el fútbol esta bien, es sólo un juego y ¿ en política?
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