La final de la supercopa de España en Arabia Saudita no pegaba que fuese un cuento de las mil y una noches. Para las casas del dinero había un claro favorito. Para los comentaristas de Movistar el entrenador Cholo Simeone, junto al Mono, el Profe, si debe ser de cuento, chino por lo visto, pienso que este hombre debería haber sido árbitro, juez, dirigente totalitario, hacedor de su voluntad, porque no para de decir cosas (siempre a favor de lo suyo), los comentaristas lo llaman intensidad, yo educación.
El Madrid repitió once, no jugamos bien en general, no creamos muchas ocasiones, tuvimos fallos en defensa o entregas poco forzadas. El rival, Atlético de Madrid, defiende bien, ya lo sabemos, se preocupó de Modric (todas las faltas hacia él) y Kroos, desdibujado, no tiraron a gol, pero es una final, cualquier acierto se convierte en definitivo.
En la segunda mitad el mismo rollo de Simeone, que tío más cansino no intenso, quizá deberían darle ganador de todos los partidos que juega, como si los demás no tuviesen derecho. Jovic creó una buena ocasión, Valverde la tuvo, Morata se topó con Courtois. Los cambios no fueron significativos, mejoró algo el Atlético, se llegó a la prórroga con el 0-0 inicial. En ella, un fallo nuestro/presión del rival obliga a Valverde ( del que no me gusta hablar por lo que me gusta), asume que debe irse al vestuario para poder parar a Morata en forma, Simeone, conocedor de la importancia del asunto felicita al jugador, luego MVP. Los dos goles últimos del Atlético de Madrid en la semifinal vinieron de jugadas similares. Courtois ha estado muy bien en esa prórroga. Penaltys, dos grandes porteros, fortuna.
Campeones.
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