Primera baja en el parte diario. El padre de un amigo mío falleció porque su corazón se paró, como sucede en todos nosotros, en Madrid, los doctores le diagnosticaron el coronavirus. Había nacido a finales de 1936, en La Almunia de Doña Godina, Aragón. Un hombre normal, sencillo, de paz, coherente, honesto, sin dobleces. Vivió la Guerra Civil sin recuerdos, la post guerra sin pan, penurias, incertidumbres, el aislamiento, los acuerdos con los gringos, los sesenta del seiscientos, el turismo, los 25 años de paz, el declive del régimen, la muerte de Franco, la transición, el destape, la democracia, la alternancia, la jubilación. Desconozco su tendencia política que creo variaba con escasa fe en los candidatos. Se llamaba Práxedes, para mi don Práxedes. En su casa oyó mucho de los acontecimientos en España vividos por sus padres y abuelos, luego tuvo su vida de superviviente, como decía. Al empezar el siglo XXI, entre manzanilla y manzanilla, jamón y aceitunas, soltaba sus reflexiones. "Se vive demasiado bien, nos creemos con derecho a todo, sin deberes, somos egoistas, un tanto cobardes, no hay afán por merecer, los jóvenes no tienen buenos ejemplos, perdidos. Nadie reflexiona, todo es inmediato, vacío, banal, somos blandos. Yo nunca viví una guerra, puede parecer horrible, pero necesitamos una guerra, la prueba de fuego donde se ve quién es quién, Hay que comportarse con dignidad".
Al parecer cuando empezó este incursión vírica hostil en nuestras vidas, decía que los chinos no se andan con rodeos, que si aislaban a 60 millones en Wuhan sería por algo. No conoció el estado de Alerta. Su hijo me contó que antes de que empezar a sentirse mal, en plena lucidez, argumentaba que su edad le hacía un blanco lógico del enemigo, natural, entendía que hay mucho tipos de guerras, que al final le llegaba la suya. Nada de Corea, Vietnam u otras que vió en el cine, guerra sanitaria contra el covid-19.
Luego todo se precipitó con dignidad para Don Práxedes. No he podido ver a su hijo personalmente.
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