He vuelto a charlar con mi conocido playero que fue abogado de estrellas. En mi pobre inglés que siempre te dicen, educadamente, que lo hablas muy bien, hemos comunicado sobre estrellas (me he acordado de Sánchez y el nivel suyo; de Aznar o la relaxing cup of coffee con sello familiar; de Rajoy por señas, del shakesperiano Zapatero, de González y su francés...de los grandes esfuerzos que hacen las familas españolas ... con poca recompensa). Estrellas que no son del firmamento, ni observables al crepúsculo, estrellas de Hollywood del cine; no se ha dignado ni mencionar ese absurdo paseo de la fama. Hablamos de los días de otra Europa, otros USA, no porque los hubiese vivido pero le gustaba el tema, de como en el Pacífico nunca se miró demasiado al Este; del asesinato de Sarajevo, acabamos con Romy Schneider. a él el gustaba mucho, le parecía muy atractiva la actriz austriaca, unos años más joven que el abogado, no recordaba yo la edad que tenía cuando murió. Si tenía en mi memoria una gran belleza, desgraciada, con Delon y recordada por Sissi y no todos aquellos famosos directores con los que trabajó. El abogado decía que nunca tuvo un papel a su altura que una película es algo muy complicado que no siempre resulta como se espera y otras veces no sabes como se ha arreglado.
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