Llega el otoño, una época, sobre todo por la naturaleza, de colores fantásticos en el valle del río Hudson, donde conozco a alguien que vive allí, al norte y un par de horas de Manhattan, en invierno hace mucho frío. El otoño invita a la reflexión de las hojas caídas.
En las Españas se aproxima el veranillo de San Miguel.
En esta parte del mundo, las Españas, nos asamos de calor en verano. El efecto invernadero aumenta la temperatura y cada vez llueve menos; cada vez nos parecemos más al desierto que tenemos al sur.
¿Que dejaremos a las próximas generaciones?
No se bien cuanto dura una generación, porque las opiniones varían al respecto, más en estos tiempos; al escribir me refiero a qué, probablemente, de padres a hijos haya un cambio generacional.
El agua de los deshielos hará subir el nivel de los océanos, viviremos más tiempo en los llamados países desarrollados aunque sin saber bien como, se curarán muchas enfermedades, aunque nunca seremos inmortales y los políticos nos llenarán de promesas. La tecnología alcanzará logros inimaginables en la próxima generación.
Esto es una promesa.
En Francia el gobierno se ha complacido en prometer muchas cosas, millones de euros que no puede sacar de las arcas del estado. Los independentistas prometen que en Cataluña se vivirá mucho mejor solamente por el hecho de independizarse, lo dice hasta Pep Guardiola que de esto sabe mucho.
Es muy bonito y hay que quedarse tranquilo porque lo dice el entrenador del Bayern Munich. Al fin y al cabo es otra promesa.
¿Que dejaremos a las próximas generaciones , promesas?
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