sábado, 9 de enero de 2016

De tal palo...tal astilla ¿siempre?

Llueve en Madrid, caen las hojas bruscamente y el ambiente está desapacible; hay expectación e ilusión aunque pocos saben si hay fundamentos para cambiar un equipo de fútbol de la noche a la mañana. 
Viene el Deportivo con Victor que me gustaba como jugador (aunque tuviese que emigrar no como Guti o Raúl) y me gusta como entrenador; es un rival que se muestra coherente, bien plantado y jugando a la pelota, algo parecido a lo que hacia Victor de joven en el Castilla y el Madrid. Era un jugador inteligente, comprometido y observador y eso se lo ha transmitido a su equipo.
Según está teoría Zizou debería transmitir su magia, clase, inteligencia y poderío, que marcaron su trayectoria de jugador excepcional. Sin embargo, no es tan sencillo.
Me gusta comprometerme en mis opiniones, aunque en este caso no se el resultado que dará Zidane como entrenador ahora, ya que sólo ha ejercido en el Castilla. Le considero un personaje inteligente, cualidad que escasea en el fútbol y que conviene ponderar porque sin un poco de inteligencia cualquier deporte se convierte en una vulgaridad física insoportable.
En los partidos anteriores de esta temporada, cuando el rival demostraba cierto nivel competitivo, he observado fundamentalmente discontinuidad, lagunas en los apoyos, ausencia de coberturas, imprecisiones, desacierto en el remate y la impresión de que "aquello no iba" durante algunos minutos con varios jugadores; todo atribuible a que no había buen "feeling" con el entrenador; además algunos que salían lo hacían por nombre no por estado de forma.
Estos defectos son subsanables, si los jugadores quieren; lo que no se puede hacer es conseguir la plena forma porque se cambie al entrenador. 
Deben jugar los que mejor están.

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