En Melilla, las noticias las traía su histórico periódico el Telegrama del Rif, en sus oficinas trabajó hasta Abd-el-Krim; allí los movimientos sísmicos son frecuentes y ahora ha habido uno fuerte, como en la política nacional, la de las frivolidades. No puedo ocultar mi cariño por esa ciudad, pequeña, heroica, medidas sus dimensiones por el alcance de una bala de cañón hace siglos.
Se habla mucho de pactos, soluciones matemáticas, tácticas individuales, apego a la silla, sueños de poder, probablemente todo es cierto, en mayor o menor medida; sin embargo hay una diferencia fundamental, unos lo llaman líneas roja otros derechos o preguntas sin miedo al pueblo soberano.
El caso es que si fuese una cuestión de maneras de manejar el presupuesto, recaudaciones de Hacienda, educación, ayudas sociales, sanidad, o como conseguir cambiar la política esa que llaman de Bruxelles, merecería muchas horas de charla, aunque no se cuanto tiempo se necesita para acordar una ruptura, para que se produzca un terremoto que realmente fracture a las Españas.
Don Gustavo Bueno filósofo ya con 92 años dio una entrevista el año pasado. El padre del materialismo filosófico es un hombre sabio, complicado, y sencillo a la vez, sorprendente.
Se ve implicado, pero sin entusiasmo. Considera lo peor la corrupción cultural, duda mucho de la telebasura; habla de gente que quiere volver a Rousseau y mucho demagogo suelto. Cuando opina sobre los líderes políticos les retrata y destaca la estupidez como el mayor problema.
Cuando dice a quién votaría habla de aquel que mantenga algo más de tiempo la unidad de las Españas.
Esa sutileza de "algo más de tiempo" me estremece.
Demoledor si se piensa detenidamente, aunque ya se haya meditado en esa dirección.
Pero ¿y si es cierto?
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