Se acerca el martes de la semana que viene, siempre un martes. Los votantes, según el New York Times, ya dicen en román paladino, que no ven a ninguno de los dos candidatos capaz de mejorar la situación. Me temo que es cierto, no hace falta ser un genio para verlo, su mediocridad es pasmosa; quizás sólo tienen en común la ambición, en el caso de Hillary obsesiva.
Y lo cierto es que alguno saldrá.
A nosotros nos funciona los jueves porque los viernes hay Consejo de Ministros y foto fuera aunque llueva.
En esta España, que nos regimos por otros parámetros, ya tenemos gobierno formado, jurado o prometido.
Los esenciales siguen en su puesto. Lo que piensan los votantes no lo se, seguramente se guiarán por estereotipos y no les gustará casi ninguno, a no ser que sean votantes del PP.
Alguien pensará que para todo esto en diciembre se podría haber hecho los mismo; claro que el viajero Sánchez mantenía sus ilusiones de irse a vivir a La Moncloa y no le importaba convertirse en un nuevo Fausto, no por cuestiones de belleza, aunque la erótica del poder es la más potente y tentadora.
En Defensa se comprueba la poca relevancia de la cartera y el de Interior es una incógnita. Cambia el de Exteriores, que hablaba demasiado y viene otro que probablemente ejercía ante la Desunión Europea uno de los cargos diplomáticos más relevantes; aunque hoy en día todo lo importante, como todavía, depende de la capital.
A los elegidos hay que concederles el privilegio de sus 100 días al frente. Creo que va a depender mucho de las formas, en lo esencial el margen de maniobra es estrecho; la oposición, cualquiera que esta sea les atizará. Ya no estamos en 2011 con mayoría absoluta...tampoco la situación es la misma y tenemos a Podemos para solucionarlo todo y a los independentistas para acabar de arreglarlo.
Complicado y peligroso asunto.
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