Cojo un vuelo a JFK, vuelvo a mis sueños, los orígenes de ellos o la inspiración. Hacen falta muchas energías para consumirse en la ciudad que nunca duerme, sin agotarse.
La primavera me recibe con un tiempo excelente y un cielo arquitectónico renovado. Esta ciudad no para, se transforma en sus barrios que son ciudades dentro de la capital del mundo.
Los conocidos viejos gigantes todavía están erectos y majestuosos, pero Ground Zero se ha mutado con la paloma de Calatrava y otros buildings, la Freedom Tower se eleva a acariciar el cielo. La High Line ha renovado Chelsea con ese solución moderna, como un modisto que irrumpe.
Vuelven las razas, las religiones, a mezclarse en el Subway, en la avenidas de norte a sur o las calles de este a oeste; el ritmo no para, los olores te ponen en tu sitio, los precios golpean entre el aviso de la deuda que agobia y la recuperación con la Trump Tower cada vez más protegida.
Los habitantes de New York, los de toda la vida o los buscadores de oportunidades, no son muy de Trump. No se puede circular por Times Sq. aunque ir al teatro o a un show de Broadway requiere pasar el peaje de las aglomeraciones de turistas. Hamilton o The Book of Mormon son complicados de ver y muy caros, muy buenos también; The Phantom sigue dando la lata y Kevin Kline da un toque de clase que vale la pena; gran calidad y profesionalidad en todos, mientras en mi pueblo me despedí con David Bisbal o Bustamente, que no se cual es quién, me confundo.
Mott St. me recompone en mi presupuesto para comidas y me gusta. Sin embargo nada me parece igual que vivir cerca de Central Park e introducirme en ese oasis en medio del ruido de la ciudad, seguramente podría vivir así toda una vida, y quizás pasear por la noche.
Han construido mucho, lo que serían edificios emblemáticos en otro lugar, son hormiguitas al escenario de Manhattan. No pude vivir esta maravilla en los años 30 o los 40, para eso me quedan el celuloide.
Me da un escalofrío pensando que todo se puede destruir, porque somos perecederos, pero la respuesta de la urbe es espléndida, humana y positiva.
Los Saudíes rompen relaciones diplomáticas con Qatar, son palabras mayores, mientras en el reino Desunido se pelean en unas elecciones y los extremistas islámicos pueden golpear en cualquier momento, puente o pub. Son tristes características de los tiempos que mal vivimos. The Daily News.
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