Martes y trece. Día de San Antonio, día de demasiado calor, que sin duda afecta a las meninges.
Volví a ver los frescos de Goya en San Antonio de la Florida, arte y belleza, modernidad y estilo concentrado en un techo estrecho.
La más llena era la ermita nueva, la del santo, repleta de mocitas, y no tanto, en busca de algún deseo, quizás un amor sincero, al ser el santo un santo casamentero. También niños medio de chulos madrileños y chulapas.
Evité desplazarme al Congreso de diputados en la carrera de San Jerónimo. Supongo que lo profesionales de desinformar, a veces, aguantaron el maratón del debate de la moción de censura, los demás no lo resistimos.
¿ Para que sirvió? ¿ Para ver plumeros?
Dialéctica, discurso escrito, lenguaje, sorna gallega, palabras del presidente, frases de presidente, lecciones al aire. No replicaba no escuchaba, no les considera no pensaba que fuese una moción de censura.
En los de la moción, show, momento de medios, Face Book e Instagram en el parlamento.
La oradora, Montero, de Podemos seguramente gustará a sus partidarios, iba a los suyo que era otra cosa, como si fuese una tertuliana, pero fue un tanto patética y su jefe, Iglesias,...me quedó con la imitación de José Mota, que al menos tiene sentido del humor.
Unos hablaban de corrupción (cierta, desgraciada), de todo lo malo, de un discurso que capta a los descontentos entre demagogia, populismo, marxismo, revolución bolivariana, Congreso de Washington y el Evangelio según San Mateo.
Ayer era jornada de santos que se suelen distinguir por hablar los justo, ir al meollo del asunto y no frecuentar los cerros de Úbeda, a no ser que sean ermitaños de la zona.
Nadie sigue su ejemplo, el de los santos.
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