No soy psicólogo ni psiquiatra ni nada parecido, aunque he visto personas con complejos y a veces con el de inferioridad. Sus razones tendrán.
Desde muy pequeñito yendo a Barcelona muchas veces, Tarragona o Girona, menos a Lleida, visité frecuentemente Cataluña. Ya había cosas que no entendía. Se comía muy bien, tenían batidos de chocolate, ¡¡¡había mar!!!! y luz, arte, sus calles eran muy amplias, su equipo de fútbol disputada al pentacampeón de Europa la supremacía, Luisito Suárez se iba a Italia. Entendía las disputas, las peleas, sin embargo había algo más en algunos. Luego lo confirmé, cuando se trataba de intentar ligar ( o lo que se pudiese) de política. Me aburría el tema, hasta que estos del procés lo convirtieron en asunto peligroso y empezó a llenarse la escena cotidiana de personajes catalinos que se ponen al frente de las instituciones y manipulan, o dirigen al Manchester City en el campo y lo intentan. No quería decirlo, más encontré a Josep Plá, catalán sin duda, y me dió la clave
El catalán, según Josep Plá.
“El bilingüismo plantea, a mi modo de ver, el problema del subconsciente catalán —origen de todo el drama cultural del país— (cuando Pla dice “país” quiere decir Cataluña), porque el pueblo que no logra manifestar su subconsciente de manera holgada, libre y normal, pierde fatal y certeramente su personalidad. El arrinconamiento al que aludo crea en el catalán un sentimiento de inferioridad permanente. Esto ha dado lugar a una psicología curiosa: la psicología de un hombre dividido, que tiene miedo de ser él mismo y, al mismo tiempo, no puede dejar de ser quien es, que se niega a aceptarse tal como es y que no puede dejar de ser como es. No son elucubraciones mías, son hechos. Son las señales típicas del complejo de inferioridad”.
Creo que es elocuente, definitivo y lo peor es que no tiene remedio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario