No era un día bueno para pasear, hacía frío y algo de viento, muy nublado, sin llover todavía.
En este largo fin de semana, donde Madrid se ha llenado de gente, de españoles que vienen a la capital a realizar las compras navideñas u otras hierbas, me he dedicado al turismo local.
Y la guinda ha sido Toledo, una vez más.
Lo curioso es que esta ciudad maravillosa, a lo mejor no impresiona igual a todo el mundo, porque los turistas también quieren adquirir esos artículos que les ofrecen por todas partes en forma de mazapanes, damasquinados, cerámicas, espadas o armaduras.
Atrás quedan los tiempos medievales, los de visigodos y musulmanes, de judíos o cristianos. Al final todos menos unos expulsados de esas calles y esas murallas. Dejaron sus mezquitas y sinagogas, junto a los arcos, puertas, muros, ventanas, que mantienen algo de su propio estilo, uno encima del otro. El Tajo continúa y la catedral entre casas no puede exhibir toda su belleza.
Menos mal que los independentistas catalanes no se han sacado una de sus reivindicaciones históricas ( y hechos corroborados por los más prestigiosos historiadores catalanes) para decirnos que Toledo fue creada, edificada consolidada por un catalán. Que este catalán, ancestro de Pep Guardiola, nunca quiso que judíos fuesen expulsados de esa naciente España, que se opusieron democrática y pacíficamente, pero los Reyes Católicos eran como Rajoy los dos juntos. Posteriormente otros ancestros, muy catalanes también, de los dos Jordis, se opusieron democráticamente a Felipe III para que tampoco expulsase a los moriscos por las misma razones. No les hicieron mucho caso y, aunque no había artículo 155, los malvados españoles se inventaron algo.
Tanto sufrimiento es difícil de aguantar pacífica y democráticamente
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