domingo, 9 de diciembre de 2018

Final Libertadores 2018. River Plate vs Boca Juniors.

Este 9 de diciembre, aniversario de la batalla de Ayacucho, Chamartín era el escenario de la Final de Libertadores, no el Monumental o cualquier campo en Argentina, donde debería tener lugar el encuentro. Ruido en las calles, control policial profesional y normalidad. Al fin y al cabo se trata de un partido, ni más ni menos. 
Ganó River, fue mejor en lo del fútbol. Todos los goles se marcaron en el Fondo Sur.
El campo con ambiente. El ruido, los olores, todo y todos diferentes, sin embargo no dejaba de ser un juego de once contra once. No vi nada especial en la primera mitad, al parecer los nervios, la tensión, las ganas, el trofeo en juego, los antecedentes y el estado del césped, rápido y cortito, eran demasiados factores para ver buen fútbol. Al final de estos 45 minutos en una contra de Boca, veloz, precisa, Nandez (interesante jugador) dió una ocasión a Benedetto y este finalizó divinamente. El 0-1 al descanso era una realidad.
River, sin otra solución, empezó a jugar mejor, llegar con peligro y llegó una jugada torpe que parecía penalty por la lentitud del portero de Boca. River continuó intentándolo y Pratto finalizó una buena jugada. Ahí acabó el encuentro, porque River se echó para atrás, volvió a esa especie de status quo, volvimos al miedo y empezaron el cansancio, los calambres y las sustituciones.
Se llegó, con el 1-1, a la prórroga.
Al principio de esta, Barrios calculó mal por segunda vez, fue expulsado y la cosa se desequilibraba con mucho esfuerzo acumulado. Quintero, el mejor para mi, metió un golazo. Luego mucha épica, los de Boca con el portero desbocado, los de River sin ser capaces de ajusticiar con su superioridad. River en otro de esos corners sobre su portería al final, después de un palo en su área, metió el tercero su número 10, Martínez, jugador con muy buen toque de balón, el definitivo 3-1.
Emoción mucha, rivalidad enorme, fútbol...no se no se, goles preciosos. 
La final se acabó y ahora a ver si las cosas vuelven a un sitio mejor y las finales posteriores se pueden jugar normalmente en aquel continente. Es un problema de Argentina, no nuestro. Esto debe ser una excepción.

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