Me he ido de la dulce California después de una larga temporada, vuelo directo a Madrid. El avión lleno, de gente que supongo hace turismo, aunque nunca he entendido bien el atractivo de Los Angeles, como no te dediques a eso del cine, la industria cinematográfica en cualquier vertiente.
De pronto todo era español, aunque en la costa oeste se habla mucho.
Por eso me puse a ver cine español en esa pequeña pantalla que te ponen enfrente. Una comedia "Villaviciosa de al lado"; mala, mala, en casi todos los conceptos, sobre todo en sus bromas y me la tragué, no tengo perdón.
Luego eso que llaman un thriller, titulado "que Dios nos perdone", mucho mejor, una buena película, con muchos aspectos positivos, aunque el tema tiene su miga y el malo, que lo hace muy bien, da miedo.
Me preguntaba si somos realmente así, como lo de ese pueblo ficticio o como los cuatro policías, bueno cinco; lo del pueblo es un poco patético, excepto las profesionales del amor, que por lo menos no ocultan nada: las alusiones a los políticos o al cura o a las mujeres o al tonto del pueblo no tienen el sabor de un Pepe Isbert, José Luis Ozores, Manolo Morán, el gran Toni, Manolo Gómez Bur u otros de nuestros clásicos, que no se qué pensarían de un guión tan bajo de nivel.
La vida de los cómicos es dura, hay que actuar en lo que te pongan y para ganar dinero ya está el Hollywood ese que he dejado sin darme cuenta.
Lo de Bienvenido Mr. Marshall nos retrataba y para mi es muy entrañable.
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