De pequeño me enseñaron, y luego en el cole, que este día era el más importante para los que creen en Cristo. La razón es el argumento de San Pablo, que si no hubiese resucitado nuestra fe no tendría el mismo sentido. El razonamiento ha sido siempre discutido sobre todo por aquellos que no tienen fe y no entiendo que les preocupe tanto.
El caso es que hoy hace sol en California, un sol brillante, y ese brillo se asocia a la esperanza.
Si no hubo resurrección es que el Nazareno era un hombre, casi como todos los demás; con las matices que se deseen,persona especial, generosa, honesta, sin apego a las cosas de este mundo, sin riquezas, quizás un profeta más, de vida ejemplar pensando que esta vida es solo un tiempo aquí y luego hay algo más. Un hombre más al fin y al cabo, por muy excepcional que nos parezca.
Un personaje injustamente tratado en una legalidad apañada en sus últimos días, condenado a muerte por el politiqueo e intereses de judios relevantes que querían mantener su estatus y su programa.
Para la autoridad romana un incordio, al cual no veían como peligro alguno y pensaban que se veía sumergido en esas luchas e intrigas ancestrales que formaban parte, como en tantas ocasiones, de territorios conquistados.
Muerto en la cruz, junto a delincuentes comunes, en la muerte más denigrante de su época. Por la influencia de José de Arimatea, y la proximidad del Sabah, fue descolgado de la cruz una vez confirmada su muerte, según los procedimientos en vigor, una lanza clavada en un costado.
Y entonces comienza otra historia.
Otra historia porque si hubo resurreccion, es que era el Hijo de Dios, algo real con carne humana que vivió entre nosotros y dejo el testimonio de su vida y la coherencia de su mensaje, al resto de los humanos que le sucedieron. No es comprensible, es de creer o no creer e intentar actuar en consecuencia.
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