Si es cierto que es una bomba, no nuclear, potente, pesada, precisa que mata enemigos y esperemos que combatientes.
En eso se ha mejorado en la precisión y evitar los daños colaterales o disminuirlos, no son las acciones de obuses en la I Guerra Mundial en los frentes europeos, o los bombardeos en la II en la misma Europa o en el Pacífico; mueren menos pero el que muere o queda en malas condiciones es para siempre y el sufrimiento continúa.
El Viernes Santo es para los católicos y cristianos un día de dolor y sufrimiento que no sé si la película de Mel Gibson es capaz de reflejar aunque seguramente se aproxima mucho. Falta algo que el celuloide no incorpora, aunque el sonido y las imágenes sean extraordinarias, es el odor.
El olor no se percibe en las películas, es un sentido no plasmado que utilizan sabiamente los animales. Olor a carne quemada, la suciedad de Jerusalén, los sacrificios en el templo, la escasa higiene de las personas, seguramente el cine se convertiría en algo insoportable.
Es mejor vivir con el glamour de Hollywood y dejar los olores para la dura realidad. Los niños huelen todos a angeles, aunque no sé cómo huelen los ángeles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario