viernes, 14 de abril de 2017

GBU-43/B y los olores.

Gusta mucho eso de grandes titulares y le llaman la madre de todas las bombas, da igual que sea una alusión a Sadam Hussein que ya no puede replicar. Es un titular de Viernes Santo en los noticieros -  como dicen en ciertos lugares- telediarios o señores en general leyendo noticias o damas fotogénicas o como dice José María Garcia periodistas muy conocidos y poco creativos que leen lo que les ponen.
Si es cierto que es una bomba, no nuclear, potente, pesada, precisa que mata enemigos y esperemos que combatientes. 
En eso se ha mejorado en la precisión y evitar los daños colaterales o disminuirlos, no son las acciones de obuses en la I Guerra Mundial en los frentes europeos, o los bombardeos en la II en la misma Europa o en el Pacífico; mueren menos pero el que muere o queda en malas condiciones es para siempre y el sufrimiento continúa.
El Viernes Santo es para los católicos y cristianos un día de dolor y sufrimiento que no sé si la película de Mel Gibson es capaz de reflejar aunque seguramente se aproxima mucho. Falta algo que el celuloide no incorpora, aunque el sonido y las imágenes sean extraordinarias, es el odor.
El olor no se percibe en las películas, es un sentido no plasmado que utilizan sabiamente los animales. Olor a carne quemada, la suciedad de Jerusalén, los sacrificios en el templo, la escasa higiene de las personas, seguramente el cine se convertiría en algo insoportable.
Es mejor vivir con el glamour de Hollywood y dejar los olores para la dura realidad. Los niños huelen todos a angeles, aunque no sé cómo huelen los ángeles.

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