Hubo declaración...de intenciones.
Intenciones que ya sabíamos. La verdad es que me he acordado de lo que siempre decía mi padre: los catalanes son cobardes, a la hora de la verdad.
Yo argumentaba que los habría cobardes y valientes, como en toda casa de vecino y él seguía en sus trece. A mis 19 años de edad me enfrenté con un superior, muy poderoso, sin saber que su apellido materno era catalan y le hice el comentario de la ausencia de valor, que le sentó a cuerno quemado.
Nos han metido a todos en un buen fregado y cuando llega el momento de la verdad sin Viagra pasan estas cosas a determinadas edades.
Un catalán de bien me repetía mucho un chiste que le encantaba. Un señor llegaba a su casa en el Paseo de Gracia y seeontraba a su señora con un individuo en su dormotorio conyugal.
-Montse que hace ese señor en nuestra cama contigo?
-Virguerias, tú, virguerias.
Contestaba la satisfecha señora.
Y mi amigo catalán se partía de risa.
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