Ayer me llamaron para preguntarme qué me parecía ir a Barcelona a la manifestación de este domingo. Y respondí: Hay que ir.
En mi vida he estado en ninguna manifestación de nada, ni he ido a Cibeles con los trofeos ni todas esas cosas.
En este caso me parece diferente. Lo de Toro Sentado frente al televisor nunca me ha ido.
Ir a la Castellana, o donde sea en la capital, en Madrid, a manifestarse contra lo que sucede en Cataluña es una cosa. Ir a Barcelona, en pleno territorio hostil es otra.
La convoca la Sociedad Civil Catalán, pero ¿ por qué hay que ir?
Sencillo.
Se ha montado este follón que ha ido subiendo como un soufflé y todavía hay más gente que está en contra de lo que se está cociendo (se ha ido cociendo), que a favor. Todas estas personas, dependiendo el lugar, trabajo u ocupación ( la gente que les rodea) han sufrido en su vida diaria el no estar de acuerdo con los independentistas y así durante mucho tiempo, ahora con mayor virulencia.
Liderados por la CUP, partidarios o secuaces, se ejerce una presión calculada y gradual, procurando preservar la imagen ante el mundo exterior, cometiendo los mínimos errores. Los millones de españoles que no están de acuerdo siguen en silencio, pero disfrutando del ambiente. En Cataluña es distinto, no se disfruta.
No se les puede dejar solos.
Simplemente es una cuestión de honestidad con nosotros mismos.
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