No para el calor en Los Angeles, demasiado para este casi Halloween.
He visto la última temporada de Bosch, ese detective de Mike Connelly, tan de por aquí.
La magia del cine hace que no se huela la porqueria, ni se sienta la temperatura, ni se escuchen las sirenas de los bomberos que andan siempre apagando algo o rescatando gatos como Superman.
Incluso el In & Out que le gusta a Harry Bosch para una burgués ( al igual que a Tarantino) es una porcata y mira que hay sitios buenos para una hamburguesa, y japoneses, chinos, thais, mexicanos, en fin de todo.
Al ver a Harry Bosch persiguiendo malos por LA, reconozco los lugares, las tomas y todo parece más bonito. No veo la realidad. Como el anuncio de Nabucco con Plácido Domingo, un chaval de photoshop.
Lo que si veo es que son malos tiempos para productores, directores o actores, lo que sea, con tendencia a recibir a las candidatas en su hotel de Beverly, con bata de seda o a punto de una ducha.
Desafortunadamente no harán película sobre Puigdemont and company, ya no tenemos a Mariano Ozores entre nosotros ni a su hermano Antonio ni a ese grupo de secundarios magníficos que lo mismo hacían una obra grande que repetían tópicos hispanos.
Se acerca el momento crucial y yo con estos pelos. No mando foto.
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