¿Existe el diablo?
No lo se, existe el mal, hay maldad, pero un ángel caido, con rabos y cuernos, feo, asqueroso...puede ser. Algo hay ahí y además es peligroso, muy peligroso.
Quizá el diablo sea simplemente una parte o una versión de nosotros mismos.
Esta reflexión me la ha inspirado lo que la gente decía de un difunto famoso o muy famoso diría yo, allá por mediados de los años ochenta, con los coches llenos de flores, el dolor, el duelo y las palabras. Un tipo que fallece a los 57 años (un chiquillo dirían hoy, en lo mejor de la vida), después de habersela bebido (tres botellas de vocka confiesa como mínimo diarias), fumado otra existencia y haber desarrollo una gran actividad. Era galés pero no se parecía nada de nada a Gareth Bale.
Triunfar no le bastó, ni las mujeres que tuvo y disfrutaría (mutuamente espero), ni las charlas con amigos, ni las borracheras ni la lectura o los alardes de memoria, ni Shakespeare. No se consideraba atractivo, ni inteligente ni con una voz maravillosa tan alabada. Quizá si había hecho un pacto con el diablo. Había algo que valoraba más que nada, su Rosebud particular, y eso se lo había entregado al maligno, a cambio de ser famoso, tener éxito gozar de mucho dinero o poder. Cuando lo logra sigue insatisfecho ya que lo que de verdad le gusta es el trineo, el viejo y destartalado trineo.
No podemos entregar lo que más valoramos, si nos lo roban, como a Citizen Kane, lo añoramos, pero si lo damos libremente no podemos quejarnos, nos lamentaremos hasta que encontremos cierta paz.
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