La mar, su ruido en la orilla, no se si es relajante, pero es hermoso, debe ser porque yo tengo un oido muy malo, horrible.
El cielo es completamente azul, la mar hoy también sin boreguitos, sin olas, sin vientos. No se oye nada, como en España como en el mundo. En España deben estar finalizando los acuerdos que no se si se pueden llamar así, en el fondo son todo casi concesiones. Los independentistas vascos y catalanes pensarán que algo han conseguido, los de Podemos no estoy seguro. Nos puede consolar, a los futboleros empedernidos, que hemos ganado un ítulo europeo y tenemos un futuro asegurado, no estoy tan seguro, el futuro se hace día a día, luego esta la suerte.
Las olas no piensan lo sabe un cerebro como Rodríguez Zapatero que tiene sus defensores, sus amigos, por lo tanto no se que opinarán. Día tras día se ven empujadas contra la orilla con más o menos fuerza, es un trabajo cansado, necesario, vuelven a depositar las piedrecitas que son grandes en ocasiones y llenan las arenas. Los vientos del norte, como en una tobera, soplan en esta zona, no hay descanso, la temperatura es más baja y agradable. En esta pequeña bahía desembarcaron soldados atenienses, de otras localidades también, para conquistar, consolidar o refugiarse, ya nadie les recuerda, no hay tumba, ni huesos, algún kouros de Apolo o Dionisios de 10 metros, del siglo VIII AC, nos recuerda que algo queda muy poco. Sólo la mar, coherente, a lo suyo. ¿Por qué nos recuerdan a Rodríguez Zapatero?
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