Van a salir los toros por las calles de Pamplona pronto, Hemingway, don Ernesto no estará para tomarse un vinito, o dos.
Estarán los de Bildu, independentistas vascos que no se ocultan, que manejan con el PNV, independentistas que susurrran al oido, lo que pueda ocurrir en Navarra, Nafarroa, una pena. La posición del gobierno, partido, en funciones es ambigua. Alguien ha dicho, un político de esa zona, que supondrá un cataclismo en el resto de España. Otro.
Noticias tranquilizadoras no parecen.
En España todo provisional, en Grecia, donde me relajo, aunque no estoy presionado, en una isla que no quiero que nadie descubra, hay elecciones el domingo. Es obligatorio votar, pero no pasa nada si no votas, quizá sea otra indicación. El país no está bien, lleva así mucho tiempo, lo de Alexis Tsipras ha fracasado, en el 2015 soñaban con él conservadores de toda la vida, cegados por las promesas, engañados. Hoy, mejor mañana, no quieren ni votar, no confían en nadie. No se yo si hacen una buena crítica.
Grecia siempre me pareció como si después de su grandeza clásica, Pericles o Alejandro, hubiese decidido vivir de las rentas, el sol, islas, buen tiempo, corrupción generalizada, dejadez, poca curiosidad, burocracia, mentiras de unos, falsedades de otros, los turcos, su odio a Alemania, sus tradiciones, su lengua, su mitología, su rumbo totalmente perdido.
No fue lo peor. En una cena con tres ciudadanos griegos de 65, 60, 35 años, con experiencias en el extranjero, preguntáronme quién era aquel que llevaba en mi camiseta diciendo una frase de las suyas. No sabían quién era el señor Groucho Marx. No es broma. Todavía sigo reflexionando porque algo he debido hacer mal.
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