Vuelta de las antípodas, regreso a la vieja y civilizada Europa, viaje por el camino más corto, rumbo oeste. Cuesta horas abandonar territorio australiano, cruzas el Índico. Llegas a la península Arábiga, Golfo Pérsico, ¿Doha o Dubai de escala? Esa es la cuestión. Cambio el Mar del Coral por el desierto, ambos son hermosos, interminables, ambos tienen el cielo encima. La realidad, la apariencia. Realmente otra cultura en este mundo globalizado de Louis Vuitton.
Te crees que eres el único que vuela y los aviones van llenos, claro que se acerca la Navidad, el turrón.
Cruzas espacios intensos, ves en las pantallas la ruta o el plan de vuelo esquivando zonas controladas, piensas en Siria. Su futuro se encuentra en el tablero donde priman los intereses de siempre, que no se desviarán de su presente o pasado reciente. Piensas en petróleo, en todo lo que se ha montado en Oriente Medio después de WWII. Irán se lo está pensando con sus problemas internos, Afganistán en el olvido, el terrorismo islámico digiriendo los duros golpes de Israel, estos siempre atentos pero cansados, agotados en su existencia vital. La Casa Blanca con el nuevo Pato que creo ya ha contado a los actores fundamentales sus pasos esenciales.
Llegas al Mediterráneo, atrás el Tigris y el Eúfrates. El Mare Nostrum te acoge como siempre entre pueblos que han perdido su protagonismo hace mucho, que sobreviven con el turismo, la gastronomía, las noches mágicas, la luna llena, el momento de las nuevas generaciones que tienen la edad, la fuerza, las ganas, de hacer lo que les corresponde.
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