No se mucho de Corea del Sur, país curioso, divido en dos, protegido por USA en el dilema comunismo/Japón. El actual presi era un fiscal que luchaba contra la corrupción, vamos como G. Ortiz, que tiene un rostro que no despista ni a Max Smart, temible operario del recontra-espionaje que escribía Mel Brooks. En las democracias, tipo o copia USA, los fiscales suelen hacer carrera con la corrupción como objetivo para captar electorado. Luego muchos se estrellan, siempre hay un precio, el de Joaquín Prats. Es curioso lo de las dos Coreas entre el esperpento norteño y el rico sur.
La condena, que no la condesa, de Morodo e hijo no ocupa mucho. Es corrupción de petróleos y firmas, sutil, de guante blanco, con el error de no declarar a Hacienda, ya el contable de Ness tuvo aquella idea con Capone.
En Byron no todo es sol y moscas, sushi o pompolones ( término utilizado para nombrar la parte donde acaba la espalda que decía mi santa madre), también hay Public Library, oigo contar cuentos y hacemos manualidades donde los niños sorprenden. Sus libros denotan cierta nostalgia del Imperio, aunque sus políticos tiren por otro lado, no se si prefieren a Randy Andy , los de Sussex o Mounbatten-Windsor.
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