Llega el mes de julio a su mitad y en esta época siempre me acuerdo de Seve Ballesteros, empecé a seguirle porque decían que era un fenómeno, algo único, el cronista de ABC le alababa cuando quedó segundo con 18 años en el Open Británico, ya compitiendo con Jack Nicklaus; luego tres años más tarde ganaría en el Royal Lytham & St Annes Golf Club, sólo sabían de él aquellos del mundo del golf, deporte elitista en España entonces. Lo que me llamó verdaderamente la atención fue viajar a Inglaterra, ver lo que significaba allí Seve y su mano alzada, agitada como nunca se había visto en golf, después de aquel hoyo en el parking, el birdie siguiente, la gloria eterna. Seve era venerado en la pérfida Albion, en St Andrews, en todo el Reino Unido, porque Seve era esa mezcla genial que sucede de vez en cuando, con su carácter, una especie de cow boy del golf, seguramente porque su swing era natural. Pensaba en mi homenaje playero de paseo entre la arena en aquellos finales de los setenta, de esperanza, que seguramente se asociaban a mi edad. Ahora tenemos muchos deportistas, no se si habrá juegos o no en Tokyo, ni cuantas medallas, pero me gustaría volver a soñar con un Seve, al menos Jon Rahm es muy bueno, parece yankee.
miércoles, 14 de julio de 2021
Swing mágico.
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