sábado, 7 de mayo de 2022

La suerte, coincidencias.

En estos días se habla de magia, milagros,  nada del espíritu ¿Existe la suerte? Claro y ¿los gafes?. Mi padre contaba de sus tiempos en Roma, II guerra Mundial, que asistía a una partida de póquer donde jugaba un obispo, un príncipe italiano y futuro de la Iglesia; había un individuo que sin arriesgar daba vueltas a la mesa, el prelado le miraba con cara de no gustarle nada aquel tipo, se sentía incómodo. El mirón mosqueado le sugirió que como sacerdote su ilustrísima no creería en los gafes. El obispo no se dignó ni mirarle, pidió que diesen otra mano y respondió: más que en Dios hijo, más que en Dios. Supongo que es una leyenda romana porque ¿quién cree en los gafes? Aunque haberlos haylos. La suerte es otra cuestión, hace falta, a veces mucha falta en la vida. Existe la frase de es un tipo sin suerte o un tipo con suerte. De un diplomático se sabían por el Boletín oficial, sus movimientos profesionales, que su primer destino fue Sarajevo con el archiduque de por medio, en Yokohama durante el terremoto de 1923 y en New York cuando la caida de Wall street. Bromeaba que le considerasen un poco gafe en la carrera, y a sus íntimos les confesaba que nadie sabía que en 1941 estaba de luna de miel en Honolulu. La vida está repleta de coincidencias.

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