domingo, 26 de octubre de 2014

Coliseo romano V. Las cosas en su sitio.

Fui testigo en directo, en un campo a rebosar, con gran ambiente y menos tonterías de las habituales, concentrados en ganar, como si estuviesen los de verdad. Nada más que un bonito partido de fútbol.
El FC Barcelona salió con lo mejor sobre el tapete, lo seguro, lo "clásico", me preguntaba sobre su entrenador, sus inseguridades, sus decisiones, recordaba a otros técnicos ilustres de esos colores que vivieron situaciones parecidas.
El ritmo del partido era digno, sus muy buenos jugadores, creaban jugadas de peligro. Parecía imposible hacerle un gol a Bravo, el portero imbatido durante más de los primeros treinta minutos, aunque el Madrid me gustaba. Los sistemas parecidos en el fondo, los postes o errores hacían su aparición y veía el peligro de la colocación de S. Ramos o sus despistes defensivos. Echaba de menos recuperar la pelota por parte nuestra y me extrañó que los figuras Messi, Neymar e Iniesta tuviesen tarjetas amarillas pronto. En los contraataques la ausencia de Bale hacía que llegásemos más lentos, no tan rápidos, y con menos efectivos, el 4-4-2, requiere un gran esfuerzo enorme.
Poco a poco todo volvió a su sitio. El centro del campo del Madrid, la velocidad, el peligro, estaba en casa. En el contrario había lentitud, falta de imaginación y resignación. No sabría a quién resaltar pero ese centro del campo sabe jugar al balón e intenta recuperarlo con Kroos a la cabeza, Modric, James e Isco. Si encima pelean, se apoyan, no se rinden, pues resultan unos jugadores muy dignos. Los laterales no pudieron subir tanto como otras veces preocupados por los buenos jugadores que tenían enfrente. Debo alabar al excelente Mascherano, gran jugador, gran dignidad y teniendo enfrente al magnífico Benzema.
De pronto al ver correr a CR7 ( no se si por las botas nuevas) me pareció volver a la niñez, corría como Don Alfredo y Puskas, cuando regresaban al centro del campo después de hacer un gol, como si el espíritu del Noble & Bélico se reencarnase en el jugador de Madeira, sublime, eterno.

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