sábado, 4 de octubre de 2014

Chaplin y las cabezas cortadas.

No es nada fácil ser un político y ser coherente.
Cuando contemplas el abanico de candidatos, de partidos, sus características personales y los de la organización a la que pertenecen, resulta un poco desalentador por muy buena voluntad que pongan. Tiene una herencia del pasado, unos compromisos adquiridos, una masa de posibles votantes heterogénea, unas reglas, unos condicionantes y una preparación dudosa que parece basada en decir lo que quieren oír algunos para que te voten. Y sin embargo hay que votar e intentar minimizar daños, pero al final de un ciclo político como al final de la vida a la mayoría se les queda cara de pánfilo aunque votaron al menos malo, nada genial.
Al fin y al cabo genios ha habido muy poquitos. Uno de ellos, para mi, Chaplin.
Me pongo en la piel de Charlie Chaplin al final de su vida y le oigo decirme que sólo ha pretendido contar historias a su manera, con su extraordinario talento, sus condicionantes del  pasado y su voluntad, como cualquier ser humano sólo él sabía lo que consideraba realmente valioso.  
A mi me parece que denunció lo que vivió y vio en su tiempo, su triste infancia en England, la ida a California, hasta los periodos diversos desde el fin de la Gran Guerra a su exilio en Suiza. En una película genial hizo una caricatura del hombre del extraño bigote que atemorizó a casi todos y el pequeño vagabundo, barbero del gueto, triunfó al final. 
Ahora nos atemorizan cortando cabezas, con videos explicativos.
Y hay británicos, sin tantos denarios de genio, que conducen taxis y toman decisiones arriesgadas. Un taxista británico, ante lo que considera valioso para él, se marcha a Siria a ayudar y resulta que acaba degollado por los fundamentalistas del ISIS porque es británico, nada más.
No se que película hubiese hecho Chaplin sobre los fundamentalistas que cortan cabezas para infundir miedo, para conseguir sus propósitos.Los que no tenemos ese genio al menos deberíamos reflexionar.

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