Un hermoso sentimiento el de la victoria, hace que te sientas bien. A mi me encanta la victoria, el reconocimiento contra la necedad, la falsedad, hipocresía, mentira, manipulación, demagogia/demagogos, y cuando mi equipo gana al fútbol o baloncesto.
Hay que salir a la calle, casi todos los días, con ganas de ganar, no todos los días porque es un poco imposible, pero cada mañana al levantarse, hay que hacer un esfuerzo.
Pienso, obviamente, que no todas las personas se encuentran en las mismas circunstancias. No es lo mismo el señor/impresentable Trump- haya o no haya trucos de magia con lo de Facebook- pretendiendo derrotar a la candidata/impresentable Clinton, que los millones de personas que se despiertan cada día intentando sobrevivir. Las circunstancias no son las mismas y cunde la desesperación. La verdad es que es hacia ellos, los desesperados los que va mi pensamiento. Cuando ves que alguien ha cometido un hecho irremediable-que ha acabado con la vida de otros, a veces sus propios hijos- te preguntas cuando le desvió su desesperación hacia esa salida terrible y cómo podría haberse evitado. Resulta que algunos testigos reflejarán que les veían todos los días y daban mucha pena, sin embargo nadie hizo nada. No se puede retroceder en el tiempo, ir en busca de esa persona, oírle exponer sus razonamientos, su impotencia y luego darle un solución en forma de esperanza, recuperarlo.
Mientras, hay lugares del mundo donde brilla el sol, el aire es puro y la vida parece tener sentido. En esos lugares, esos días, no hace falta mucho esfuerzo para convencerse que hay que seguir pedaleando, en otros sitios otros días todo sale al revés. Incluso todo nos sale mal todos los días y necesitamos ayuda, verdaderamente la necesitamos. Ayuda mucho el no encontrarse muy solo. Quizá la única victoria clara es sobre nosotros mismos.
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