Los medios sacan a muchos jubilados quejándose, manifestándose y metiéndose con el gobierno. Aparentemente es una protesta digna, justa, por mejorar las pensiones.
Los que no son el gobierno, y lo pretenden, buscan la manera de atacar sabiendo que no proponen alternativas serias de futuro. El problema es el que es: falta de empleo de calidad, sueldos bajos, paro, insuficiente recaudación en impuestos, población cada vez más envejecida y al final de la jubilación (baja) no viven sólo los jubilados sino, en muchas ocasiones, sus descendientes.
El Estado recauda y gasta, sus prioridades son las que son y pueden cambiar, pero hay que explicarlo con claridad, sabiendo donde hay que meter mano y las consecuencias Lo que se sembró en el pasado pesa como una losa. Al final si hay que encontrar palabras para definir el ambiente me quedo con mucha demagogia, frustración y partidismo.
En el vestuario de un gimnasio me encuentro con un señor de Rosario, Argentina, que normalmente solo intercambiamos educación con alguna opinión futbolística. Ayer le pregunté ¿Cómo somos los españoles? ¿Nos quejamos mucho?
Pensé que su respuesta sería convencional, evasiva, educada, insulsa, como corresponde a tamaña cuestión.
Gran sorpresa, se puso a largar.
-Los españoles están siempre quejándose. Son vagos- respondió con rapidez y continuó- se quejan a partir del lunes porque es lunes y comienza la semana y yo les digo, fijensé en que ayer era fiesta, recuerden cómo se divirtieron. Quieren tener de todo, sin hacer nada. La vida es dura, hay que pelear. Son ustedes unos privilegiados, inconscientes e injustos...
Me fui rápido a continuar con los ejercicios gimnásticos que relajan y sientan bien, aunque cueste, pro aquello de mi dignidad tocada.
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