El Girona era para mi, y todos los asistentes al campo de Chamartín, una novedad en un día sin lluvia. Viene con una posición aspirante a Europa, con las connotaciones de ser el segundo equipo del prófugo Puigdemont y ya nos ganó en la primera vuelta. Para nosotros es interesante, como cualquier partido en casa, aunque hay que reconocer que no ganar esta liga es cuestión de días. Nada tiene que ver con otros proyectos europeos.
Los de Girona jugaron bien, atrevidos, quizá porque se lo permitieron o porque en este campo gusta, en ocasiones, el simple intercambio. Dió buena imagen con poco gol, aún marcando tres.
En los primeros diez minutos intentaban acercarse como si marcar pronto luego les permitiese defender con garantías de algo. De pronto Kroos cogió el balón y pisó el área por la banda izquierda, había varias opciones entre muchos jugadores y vió a CR7 y este soltó un latigazo con la zurda que nadie vió entrar. Llegaron más ocasiones y los visitantes empataron en un gran remate de cabeza antes del descanso. Todos los goles suyos llegaron a balón parado, con la cabeza y fruto de errores en pasarse la pelota los defensas por sacarla jugada o no superar la presión.
La segunda parte fue un festival para regocijo del respetable, como en fases del encuentro hubo fútbol rápido, vertiginoso, con remate y precisión . Acabó 6-3, pero pudieron entrar muchos más. Algunos jugadores están finos, entonados como Asensio- conduce y exhibe otras maneras- y CR7 que marcó cuatro, dió uno a L.Vázquez y se le ve muy metido, todo lo contrario que en los meses de otoño donde tiramos la liga. Un partido entretenido, de los de antes que diría alguno.
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