Acabo Winds of War, que me ha dejado roto por las múltiples escenas finales de los campos de exterminio. Empezó bien el asunto peliculero con el atentado a Hitler en la Guarida del Lobo, su HQ de Prusia Este, uno de los muchos. El mismo día de 1944, que en Chicago, FDR obtuvo su cuarta nominación como candidato, ya muy malito, débil para enfrentarse a Stalin en Yalta. Había pasado Normandia, venía McArthur y su frasecita para volver a Filipinas sin hacer caso a Spruance. Eso con los acorazados Iowa y New Jersey, escenas reales, animaba, Batallas en Leyte, Bulge. Lo que sigue no es para leerlo en estas circunstancias.
Llegó Majdaneck, también con muchas escenas reales en blanco y negro. Campo en Lublin, Polonia, conocido por su nombre polaco, inicialmente para prisioneros del frente soviético, luego exterminio puro. Himmler dio órdenes de eliminar pruebas de la Solución Final según se acercaban los soviets y los americanos. En Majdaneck no les dió tiempo, fue el primer campo liberado, con toda sus capacidades, inventos, crematorios, duchas, cámaras de gas, pruebas, evidencias de horrores intactas. Los soviéticos mostraron las pruebas, no fueron creidos, no interesaba o era incómodo.
Nuestros protagonistas hacen el recorrido de Thereinstadt, Bohemia, a Auschwitz en tres días en un tren abarrotado el último en salir, deben ser 500 kms. Mueren personas, los más débiles en los vagones, para ser cremados al llegar. El niño protagonista, Louis, se ha salvado por la resistencia checa antes, pero el viejo escritor, recuperado para el judaismo, encarnado por sir John Gielgud, muere en una cámara de gas, nada más llegar a Auschwitz, recitando el Talmud, rogando a Yahvé, gran dignidad. Las imágenes, con muchos extras, como Dios les trajo al mundo, cuentan aquel horror como a lo mejor ocurrió, con niños sorteados al capricho del comandante del campo, aleatoriamente acompañando o no a su madre, con las duchas del Zyclon B, que mataba con lentitud apilando abajo a los más débiles, con los más fuertes arriba, amontonados al final, estremecedor.
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