miércoles, 20 de noviembre de 2013

Detrás de una cámara.

Supongo que hay muchas maneras de filmar, y muchos tipos de películas. El cine es probablemente un arte, un arte reciente que evoluciona  con los adelantos de la tecnología, de forma fulgurante. No sé exactamente que se supone debe proporcionar el cine, seguramente entretenimiento, pasar un rato agradable; soñar, evadirse. Aprender de las opiniones de un guionista sobre la Historia, narrar hechos del pasado, descubrir hazañas increíbles; denunciar hechos reprobables; producir terror, pánico, mover a la compasión; ayudar a reflexionar sobre el comportamiento humano; reirte, partirte de risa en una gran teatro y compartir ese buen rollo con otros espectadores desconocidos. 
O simplemente, contar cuentos, pequeñas historias, como decía Mr. John Ford. Quizás la diferencia estriba en la forma de contarlas, dependiendo del artista y el momento. Algunas de estas historias parecen eternas y son casi eternas. Y llegan al público, que disfruta, las comenta y les da su verdadero valor, no los críticos cultos y expertos.
También es un negocio, donde imperó el dolar al principio y ahora cualquier moneda que se cotize. Los creadores tienen que mantener una lucha perpétua con los productores, se necesitan mutuamente y alguien toma las decisiones, muchas veces sobre parámetros vulgares y vacíos.
Uno de esos contadores se llamaba Francesco Capra, siciliano de nacimiento, muy americano de corazón. Llegó de niño a California con su familia de campesinos tarbajadores e iletrados;  brillante universitario pasó por muchos oficios, hambre, pobreza, penurias diarias, el sueño americano hecho realidad y acabó contando cosas en una sala oscura, trabajando detrás de una cámara. Hizo muchas películas, tuvo muchs honores, se peleó contra el sistema de Hollywood, joven triunfador en la meca del cine, fué un pionero/creador de ideas brillantes/trabajador empedernido, documentales para explicar el porqué de la segunda guerra mundial, divulgador de la ciencia y la educación.
Y al final lo que queda son las historias que contó. Y el decía que It's a wonderful life!, ya a sus cincuenta años, tras una guerra mundial, tres oscars de dirección, otros premios y muchas obras importantes, representa el mensaje que quería mandar. Mensaje de esperanza al habitante de este planeta: no importa lo que pase, cada vida tiene un significado, cada ser humano es único y maravilloso. El ser humano es libre y puede reirse.
Bueno, a veces, conviene recordarlo.

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