miércoles, 1 de abril de 2015

No todos jugamos con las mismas cartas.

La vida es cuanto menos puñetera, injusta y cruel, quizás por eso (y la imposibilidad de dar otra definición) decían los de Monthy Python lo que decían sobre la vida.
También se puede alegar que no es igual para todos, que se puede nacer príncipe de Mónaco, por ejemplo, en el siglo XXI, y ser jefe de un estado (?). Lo que es, se puede definir, que tenga sentido es otra cosa.
Hay una señora japonesa que ha muerto con 117 años, se destaca porque seguramente era la, o una de las personas de más edad viva. Llegó bien, seguramente y no se más, conoció la Segunda Guerra Mundial en su plenitud, nació cuando las Españas perdían sus últimos vestigios de imperio, era de la generación del 98.
En cualquier segundo muere en el mundo un ser humano de cualquier condición, desde nacer muerto hasta pasados los cien. Sin embargo, lo importante es el tránsito, como lo vives, lo que haces o no haces. Y en eso influyen las cartas. 
No todos jugamos con las mismas. Por cartas me refiero al lugar, país, entorno, familia, medios, oportunidades, momento histórico, acontecimientos, suerte y luego, claro está, la voluntad, el esfuerzo, constancia, dedicación, el deseo que pongas sobre el tapete para incluso dar la vuelta a la tortilla si es menester.
No repetimos todos las mismas oportunidades,  las mismas circunstancias, todo es único.
¿Importa el resultado? o ¿la forma de hacerlo, conseguirlo, tal vez de no conseguir nada?
Si se juzga con una visión humana, que por otro lado es la nuestra, te queda una sensación de injusticia y desasosiego. No puede ser que esa viejecita de la esquina nunca haya tenido un momento de paz y bienestar y otros nacen ricos, y se hagan más ricos sin dar un palo al agua, porque no es fácil ser rico y coherente.
En el juego del Bridge de campeonato todos compiten con las mismas cartas y en el otro Bridge de repartir, de aburridas partidas, juegas con lo que te toque. Y claro puede dar la sensación, para el que no sabe que has jugado bien porque hiciste una subasta y la cumpliste ; cuando en realidad habría que haber jugado a la contra, doblar y destrozar a la pareja contraria.
Las malditas apariencias pueden turbar la visión y confundir, sucede mucho, en el Bridge y en la vida.

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