sábado, 8 de julio de 2017

De Siria a Pamplona.

En oriente Medio no recuerdo paz desde que tengo el uso de mi poca razón. Pasa de todo y no evoluciona casi nada. Los llamados líderes mundiales se reúnen para hacer gasto; lo del ultimatum a Qatar no se sabe no contesta.
Más cerca de mi pueblo, en la calle Estafeta corrían los toros bravos ( ¿prohibirán los separatistas de banderas en el Ayuntamiento las corridas en Pamplona?). Es curioso la atracción durante estos días por la capital de Navarra y la cantidad de gente que va de visita y jolgorio, aunque pocos rinden tributo al hecho de correr delante de los toros con propiedad y luego verles en la plaza.
En Alemania que no entienden de toros, saben mucho de nacionalismos y grandes errores, en Hamburgo soltaron a Putin y Trump y al parecer estuvieron más de dos horas hablando, bueno ya sería la mitad por la traducción; teniendo en cuenta la personalidad de ambos, uno de caza al oso siempre a caballo y el otro de Twitter, pues no se de que hablarían. Me hubiese encantado oírlo para dejar de elucubrar.
En tiempo de los premiers de la Unión Soviética el traductor era siempre el mismo; un tipo de natural simpático, que aprendió inglés de verdad en Londres durante la Segunda Guerra Mundial, se llamaba Viktor Sukhodrev y Nixon se quedó sólo con Breshnev y él para que el soviético tuviese más confianza. 
Treinta años de Krushchev a Gorbabchov, traduciendo, oyendo, interpretando con precisión, un arte; tipo serio, con sentido del humor, que oía muchos secretos, banalidades o chistes malos, frases para la posteridad. Desconozco como hubiese reaccionado con Trump, pero seguro que con inteligencia. Había otro traductor, bajito, calvo, desapercibido que a lo mejor también era muy bueno, pero no tan popular. 
Y es que es muy importante que te traduzcan debidamente, cuando tienes algo importante qué decir.

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