domingo, 2 de julio de 2017

La casa, de Paco Roca.

Empiezan las vacaciones para una buena porción de hispanos que pueden disfrutar de su momento; todo aquel llamado trabajador, los que disfrutan de ese no muy común privilegio, puede holgazanear junto al mar o la montaña o visitar el extranjero. 
En otros tiempos significaba viajes, ciudades diferentes, bebidas distintas, agua y aventura, conocer otras gentes para unos pocos afortunados. 
Los recuerdos de niño se van difuminando y ya sabemos que con el tiempo, somos aquello que recordamos; también observo que la gente recuerda lo que quiere, como quiere, debe ser un mecanismo de autodefensa.
Las vacaciones son como una inyección de optimismo, cargas las pilas, y te preparas para otro curso. 
Los de edad de estudiar ( aunque los humanos deberíamos estudiar siempre, que nunca es tarde), los futbolistas en su pretemporada tan importante, los que hacen su agosto en Ibiza durmiendo donde pueden, los Rodriguez que ejercen todo el año, los que vuelven al pueblo tranquilo como siempre, son veraeantes temporales fuera de sitio. 
He acabado un comic de Paco Roca, "La casa", quizás habría que recomendarlo para aquellos que no lo conozcan. Es la historia simple, sin rebelar detalles, de un padre que muere después de su esposa, y los hijos se reúnen en la casa del pueblo donde su padre fue feliz y ellos también sin darse cuenta.
Es curiosa la vuelta a los orígenes de todos, como si allí estuviese la clave, la verdad. En el caso de recuerdos bonitos y entrañables es comprensible, pero cuando hay traumas de por medio no estoy tan seguro.
Debería haber visto "40 grados a la sombra" de Mariano Ozores, y no "Four weddings and a funeral" que volvi a ver ayer. 
Bodas y funerales, veraneos, todos se mezcla en nuestro mundo, y el sentido de las cosas se percibe en detalles porque la gente se comporta confusa, aturdida por el sol que calienta o los temores que aturden el intelecto.

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