Ya se acercan los Stones, son como los Reyes Magos de pequeño, con su equipaje de regalos camino del Bernabéu. No van a jugar al fútbol, eso se deja para el mundial de Brasil. Como en todos los sitios que visitan, esta maligna realeza, el lleno está asegurado y mira que son mayorcitos.
Si fuese poderoso, o rey recién proclamado, tendría la tentación de solicitar una entrada, de utilizar mis influencias porque me gustan mucho, aunque la pagase. No se si estaría bien visto.
Me queda el consuelo de que el sonido no sea muy bueno o que el dinero que abonase no me acercaría lo suficiente al escenario, y es que no se puede tener todo.
En pleno mundial, no podrán hablar mucho de fútbol, ante la España eliminada. O podrían recordar nuestras glorias en estos seis años y el hecho de que todavía somos los vigentes campeones. Ellos no compiten ya contra nadie, sólo contra el tiempo que se empeña en hacerles un favor y les permite generosamente seguir dando el cante, convertidos en un fantasma andante.
Puede que estos Faustos modernos hayan firmado un pacto con el diablo, seguramente a pagar en dólares. Si es así,no ha sido un pacto que altere el físico demasiado, lo mantiene lo justo, al límite, milagrosamente, para subirse a un escenario y cantar una y otra vez esos temas eternos demostrando que los viejos rockeros casi nunca mueren, si no es por sobre dosis o accidente. Y es que en la vida hay que tener suerte.
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