Entramos en la semana del nacimiento de ese Niño en un portal, que para muchos era Hijo de Dios y vino a cambiar el mundo, la interpretación de la vida y sus valores. Su mensaje todavía no ha cuajado en todos, ni se sabe bien en cuántos.
Incluso hay algunos que hacen cosas muy alejadas de Sus palabras y ejemplo.
No cabe duda que los actos de terrorismo captan la atención de todos, aunque sea por unos momentos. Obligan a contestar a preguntas a los políticos y tertulianos, con respuestas tópicas y se crean grandes titulares. En el edificio de la ONU donde más se habla y menos se hace, ya hay tema.
En el caso de hoy el ataque es doble; por una parte el camión conducido criminalmente contra personas de compras navideñas, que puede dar un número de muertos o heridos aleatorio en Berlín y el asesinato filmado de un embajador de Rusia durante una exposición.
Ya no hace falta ir al cine; lo sucedido en Ankara ha sido filmado con gran resolución y el asesino que recomendaba que no nos olvidásemos de Siria ha sido el gran actor de este drama, el último que ha representado, gritando después de disparar, con la pistola alzada y el cuerpo del embajador a sus pies.
¿ Qué pasa por la cabeza de alguien que entra tan tranquilo, mata y sabe que va a morir instantes después?
Por supuesto los terroristas, los que inspiran estos actos, esperan que la situación en Siria, o en Alepo principalmente, cambie, pero resulta difícil imaginar que un muerto, aunque sea televisado, pueda alterar una política; será un capítulo, más una víctima más.
Nosotros los cristianos (ya no entro en si creyentes sinceros o no), el mundo occidental, vemos las fiestas próximas con diferentes percepciones y expectativas, pero se supone que al menos debe haber una tregua. Eso ocurría en las guerras mundiales y en las películas, donde peleaban siempre cristianos contra cristianos.
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