Ya se acerca lo de la lotería del 22, los dos patitos, feos o guapos; aunque jugar lo que se dice jugar es un deporte nacional, de a diario; con razón un éxito de taquilla imborrable fue "Los Bingueros". Como cantan al final bingo Pajares y Esteso, es un gol para la historia.
Jugar es bonito y siempre influye ese factor indefinible que interviene en la vida de todos, de forma aleatoria y a veces decisiva.
Había una persona de mi familia que cuando iba al cine pedía la fila trece, en la lotería jugaba a un número que tuviese el uno y el tres seguidos o acabase en trece, en un tren el asiento, vivió en una casa con ese número; toda su vida de signos, símbolos y dígitos giraban alrededor del trece.
Como Ballack aquel jugador alemán de clase, que lo llevaba en la camiseta. Otros como CR7 que acaba de recibir un merecido Ballon D'or, de France Football, piensan que otro número el siete de su camiseta es importante y también que es importante decir la verdad y que se miente mucho. Ahí estoy con el portugués, mentimos como cosacos.
Mi antepasado era español, de cepa, historia, valores; supongo que si hubiese sido italiano todo hubiese venido marcado por el diecisiete.
No mentía era recto.Cuentan que murió un trece de mes, a las trece horas, un martes. Esos días el refranero dice: ni te cases ni te embarques. Cuando se parió el refrán no había aviones.
Nunca pude preguntarle si lo del trece era realmente importante o sólo una broma o una leyenda.
Indudablemente pasarán cosas por coincidir en martes, pero no tienen porque ser malas. Y salir de casa hay que salir casi todos los días, como al ruedo, y decir lo de los toreros antes del paseillo.
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